Hace varias semanas que vengo intercambiando libros de autores totalmente desconocidos para mí (gracias a esta iniciativa de la cual ya hablé). Algunos de estos autores pareciera que se ponen "de moda", como el caso de Stoner, aunque hayan sido escritos hace mucho tiempo atrás. El hecho es que me encontré abandonando por la mitad varios de ellos (leer menos que la mitad de un libro me resulta prematuro para emitir opinión, y aun me cuesta abandonar la lectura de un libro que empecé), algunos porque me aburrieron y varios porque no los comprendo, lo que me llevó a reflexionar al respecto. Comprendo que la literatura tiene esa cosa romántica, donde se puede decir algo de mil maneras, pero cuando roza el punto de la incomprensión, personalmente lejos de seducirme, me aleja.
Y más allá de los libros, pensé en la comunicación en general, en los médicos o en los abogados cuando hablan "en difícil", con palabras y expresiones que solo ellos comprenden. No todos lo hacen, claro.
Hoy es el día del traductor y una amiga traductora celebra su día con un posteo en una red social: "Una de mis pasiones: traducir e interpretar para ayudar a los demás a comunicarse y entenderse". Y da en el clavo de eso que me molesta.
Cuando las personas hablan desde ese lugar superior, donde solo se entienden entre unos pocos, sean médicos, abogados, escritores o simples personas que hablan de modo complejo, yo veo un manto de ego grande, donde la comprensión del sentido queda limitada solo a algunos (muchos, pocos) pero no a todos, convirtiéndose a los ojos de muchos en algo supremo (¿será porque suena rimbombante?)
Tal como dice mi amiga, y yo adhiero, en la comunicación lo más importante es entendernos, comprenderte cuando decís lo que decís, y que vos me entiendas cuando yo me expreso, así tu mundo y el mío se acercan y la comunicación actúa como puente. Adornar una frase, embellecerla, usar metáforas y simbolismos me resulta hermoso -y siempre teniendo en cuenta el contexto- pero si aquello llega al punto donde debo consultar a otro qué quisiste decir, me resulta pedante.
Y como muchas veces sucede también, las preguntas vienen al rescate y se me ocurre esta: ¿Para qué digo lo que digo? Tal vez es mi forma de expresarme o quizás sí quiero parecer importante. En cualquier caso, si lo que buscás es que el otro te entienda, la simpleza nunca falla.
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