Así llaman los escritores a esos primeros borradores de escritura y así lo expresó también Ann Lamott en su libro "Bird by bird", quien, al igual que el resto, sugiere seguir adelante en la actividad a pesar de tener la consciencia de que lo que estamos escribiendo es una real m*erda. Pero hoy no se trata de la escritura, sino que me sirve como ejemplo análogo al proceso que viví, lo que entonces decidí llamar "estos intentos de ya no sé qué".
Era Agosto de 2018, mi cuaderno seguía: "Estoy perdida en el tiempo, ¿lunes? ¿martes? no. Aún lunes. Cena de Martilleras. Qué mal me siento, estoy mareada, leí que puede ser por la gripe. Sigo resfriada, me duele la cabeza y no tengo energía. Quiero retomar el gimnasio pero sin fuerzas es imposible. Quiero hacer algo auténtico. ¿ALGO AUTÉNTICO? ¿Quién sabe? Lo más auténtico es que estoy perdida. En blanco. 100%. No veo un camino, señal, nada." Lo cierto es que no tenía claro qué buscaba, y era consciente de ese abismo de ceguera, lo que sí conocía con exactitud era la imperiosa necesidad de encontrar.
Mientras escribo ahora, recuerdo la célebre escena de la película "Alicia en el país de las maravillas", del libro homónimo creado por Lewis Carroll, donde ella le pregunta al gato qué camino tomar:
"Depende ¿a dónde querés ir?", le responde el animal
"Eso no interesa", acota Alicia
"Entonces realmente no importa el camino que escojas", finaliza el gato.
Viene otra imagen a mi memoria, los bellos afiches callejeros del talentoso artista Tano Verón, una de sus frases versa: "Improvise, todos los caminos son correctos". Lo sé ahora, lo sabía entonces, sólo que luego de buscar durante -lo que me pareció- tanto tiempo, sin siquiera tropezarme con una pista, por momentos se convirtió en una sensación intolerable. Porque en esa lucha dual, está mi mente en un extremo del ring, que sabe acerca de los procesos y los tiempos, y en el lado opuesto aguardan mis emociones que terminan recibiendo una paliza, de a ratos se desbordan y hasta pierden por knockout. Es el desafío que más me cuesta. "Calmate Fi", me repetí cientos de veces en estos dos años...
Shitty first drafts es la mejor metáfora para ese período de mi vida, escribir bocetos con ideas y en seguida revolearlos iracunda por el aire para que aterricen en el tacho de basura más próximo, esperando una muerte segura, mientras yo vuelvo a estar "stuck in square one", como dice la canción de Coldplay. Soy Phil Connors atrapada en Punxsutawney presenciando la celebración por el día de la marmota una y otra vez.
Aquél proceso me dejó emocional y físicamente exhausta, porque insistí haciendo, probando muchos caminos alternativos, ensayé moviéndome y también permaneciendo quieta, me fui de viaje y hasta me expuse a hacer algunas cosas que me daban miedo y otras vergüenza.
Y como toda historia, esta también tiene su lado luminoso. En primer lugar, cuando me di cuenta lo que quería hacer, casi dos años más tarde de aquél dudoso inicio, pude plasmarlo a una velocidad impensada, no porque sea rápida ejecutando sino porque entendí que el trabajo más grande ya lo había hecho antes y sólo fue cuestión de darle forma, de ordenar algo que existía en mi mente pero que estaba disperso. En esos momentos, tal como dijo Steve Jobs en su discurso de Stanford, uno puede unir los puntos y comprender, mirando hacia atrás, por qué sucedieron determinadas cosas. Ahora entiendo. A modo de ejemplo, pude crear este sitio en un breve lapso de tiempo porque ya había aprendido a hacer dos diferentes entonces, que en su momento me llevó una buena cantidad de tiempo de aprendizaje.
El proceso también fue una sorpresa agridulce, porque bastante tiempo antes, cerca de mis treinta años, pasé por una crisis profunda que me enseñó mucho sobre los cambios y esta vez, confiada, creí que el durante sería similar pero comprendí que fue radicalmente diferente porque mi aprendizaje esta vez también pasaba por otro lugar. Cada proceso es distinto, y si bien creo que la fuerza para atravesarlos es cada vez mayor al haber vivido otros antes, trae sacudones nuevos que no queda otra alternativa más que experimentarlos.
Y así como espero ansiosa el postre luego de una buena comida, también dejo lo mejor para el final. "Persevera y triunfarás" dice la frase trillada pero ahh!... que alegría que sea tan cierta. Recientemente terminé de leer el libro "Buscadores de fé" que narra las búsquedas de su autora Violeta Gorodischer. El primer párrafo es categórico: "Nunca creí en nada. Crecí en el seno de una familia de clase media, de origen judío, agnóstica e intelectual. A mí no me enseñaron a rezar. No me leyeron la Biblia. En casa no tuvimos ceremonias religiosas y en toda mi vida no fui más de tres veces a un Templo o a una Iglesia. Por eso me daban envidia quienes podían creer." La investigación que ansía realizar la autora, la lleva a incursionar en una amplia gama de prácticas relacionadas de algún modo con la espiritualidad: comida viva, meditación trascendental, Falun Dafa y chamanismo, entre otras. "Hastío, ahí es cuando nace un buscador", le cuenta a Violeta uno de los personajes del libro. Y ella se expone, se entrega, juega el juego con las reglas que le son impartidas en cada ocasión. Y para no spoilear el final, sólo diré que Violeta encuentra pero mejor aún y tal como me pasó a mi, Violeta se encuentra.
Porque según el dicho popular, "el que busca, encuentra",
Porque según Cerati "tarda en llegar, y al final, al final hay recompensa",
Porque según Santaolalla "el tiempo ecualiza todo",
Porque según Los Piojos "Todo pasa",
y porque según mis padres "todo llega, hija".
Y yo, bueno, creo que todos están en lo cierto.
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